Voy a contar la anécdota de cuando metí mi primer gol en liga estando federado.
Yo era un chaval moreno, de 12 años, que estudiaba en 1º de ESO en el IES Fuengirola Nº1; jugaba en un equipo de mi ciudad, en el infantil y al no disponer de muchos minutos en mi equipo, el entrenador del cadete habló con mi padre y le dijo que tenía capacidad y calidad por demostrar, que tenía confianza en mí y veía que podría llegar lejos.
El entrenador empezó a llevarme a sus entrenamientos, al ser el más pequeño no destacaba mucho, pero podía demostrar todo mi potencial, me esforzaba mucho e intentaba hacerlo lo mejor posible. Me sentía muy feliz, estaba bastante ilusionado y ansioso, con muchas ganas de poder jugar con los niños más grandes que yo.
Un día el míster decidió convocarme para un partido debido a la lesión de uno de sus jugadores, mi padre estaba muy ilusionado, me apoyaba y me animó mucho, pero el otro jugador se recuperó justo a tiempo y me dejo fuera. Me sentí muy mal y triste por no poder jugar y dar lo mejor de mí en el partido, pero la vida es dura y había que seguir luchando por esa oportunidad.
En otra ocasión, por fin fui convocado, el primer partido que jugaba con la categoría superior, lo jugué contra el Manilva, era mi debut, salté al campo muy motivado; después de una jugaba magistral hecha por el capitán de mi equipo, centró el balón, el media punta falló en el remate, el balón me llegó a mi y con mi pierna izquierda rematé de bolea colocando el balón en toda la escuadra, me quedé asombrado por donde coloqué el esférico, que fue imparable para el portero del equipo rival.